miércoles, 4 de abril de 2012

Retorno a la Universidad

¿Valdrá la pena?, me pregunto. Han reiniciado las clases en la universidad. Todo parece indicar que será un ciclo “normal”, o sea: los mismos profesores estancados, los compañeros con anemia cerebral, las autoridades abotagadas de un aura mesiánica, los administrativos renegados, todos oscilando por aulas y oficinas insuficientes y, por estas fechas, maquilladas como para que se vea bonito. Hay excepciones, claro está.
Como estudiante, me reconforta ver a tantos estudiantes, unos preocupados, otros despreocupados y algunos despistados todavía, pero lo vital es, pues, su presencia, a partir de la cual puede darse cambios estructurales, si se cumpliría, a carta cabal, los roles y funciones que atañe a cada estamento, cosa que no ocurre.
Hay situaciones consuetudinarias que me parecen terriblemente alarmantes por poco perceptibles y lacerantes.
Por ejemplo: es triste presenciar cómo los cachimbos, quienes empiezan con un ánimo envidiable y una fuerza de voluntad sobre la cual trazan su esbozo de vida, van menguando su incandescencia y terminan preocupándose únicamente por sus créditos y sus notas. Eso sí es triste, sumamente funesto.
Situaciones como esas es menester analizarlas y profundizarlas, porque todo en la universidad tiende a quedar en la apatía más decepcionante. Se tiene, pues, un desconocimiento abismal de lo que significa la universidad en su sentido más amplio y esencial. Debiera dar definiciones y conceptos en este articulo pero ya lo hice anteriormente y, además, al igual que la lectura, escribir sobre ellas no asegura que se den a plenitud, ni un ápice siquiera.
Estas no son líneas informativas, sino reflexivas.
El tema de orientación vocacional es un requiebro de la educación superior, porque en ella se habla de gustos y no de capacidades. La vocación no es una cuestión de gustos. A mi puede gustarme mucho la carrera de Contabilidad, pero quizá no tengo las capacidades innatas para ello, como son: el orden plasmado en un papel en el pregrado, la tolerancia al trabajo estático, el memorismo (ya ni eso porque los sistemas contables lo reemplazan), una socialización malentendida, etc. Todo se confunde, y hay un planteamiento de las cosas sumamente erróneo.
Los estudiantes debemos organizarnos y “hacer el pare”, con nuestros representantes estudiantiles, nosotros mismos en el acto y desde nuestro propio asiento también. Aportar desde nuestra trinchera, pero con unidad.
La semana santa es un mal augurio, habrá que leer algunas investigaciones sobre los papas y La Santa Inquisición. Bueno, en la universidad todo parece indicar que será un ciclo “normal”.
***Columna publicada todos los jueves y comentada por su autor en el Programa Contracultural “Juventud y Vanguardia” (Radio Aurora 96.7) emitida los sábados y domingos de 10-12 am.

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